El espíritu del mundo y mi cruz
4 septiembre, 2010
fjtoledo
Que no me arrastre ¡Oh Señor!,
el espíritu de este mundo.
Convierten sus casas en discotecas,
semidesnudos bailan,
se pasan la botella y se emborrachan.
Sin control, ofenden a sus vecinos y a Dios.
Que mi casa sea, sin embargo,
un pequeño monasterio,
en el que se practique el silencio,
la penitencia y la oración.
Que yo pierda mi vida por seguirte,
por el camino de mi cruz.
Bien que nos dejaste dicho:
«el que no carga con su cruz
y viene detrás de mí
no puede ser discípulo mío (Lc 14, 27)»
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